Sin embargo, habitar es un arte, sólo los seres humanos pueden hacerlo.
En HABITÁCULO, Felipe Llona Barreda reflexiona en torno al concepto de habitar, el cual hoy en día se ha tornado amplio, sin límites, es mutable y creativo, en cierta manera somos en la medida en que habitamos.
Habitar es la huella de la vida. Habitar es dejar huella. Así los habitáculos, nunca completamente acabados, florecen y decaen al compás de los esplendores y fracasos de sus habitantes.
Las fachadas son, finalmente, la expresión artística de la relación entre el hombre y el lugar pre-existente, por lo que sin el habitar no hay lugar. Una huella que podría adoptar múltiples formas, pero siempre dejar rastros, vestigios.